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Un café sin café con Irene Montero | Julen’s Stories

He tenido la oportunidad de charlar con Irene Montero y esta ha sido la experiencia.

Julen Hernandez con Irene Montero

Al poco rato de despertarme por la mañana recibí en el móvil una notificación que me avisaba de que Irene Montero me había etiquetado en una foto y unos Stories de su cuenta de Instagram.

Resulta que hace un par de semanas mientras visitábamos el Parlamento Europeo en Bruselas mi móvil vibró avisándome de mensajes nuevos. Alguien del equipo de Irene Montero había invitado a una amiga y muy conocida Youtuber (y músico, y podcaster) a tomar un café con la número dos del partido en su despacho del Congreso de los Diputados de Madrid. “Julen, ¿tú quieres venir?”, me dijo ella. No sé cuántas veces afirmé, confirme y acepté la invitación. Pero .

No volví a insistir porque este tipo de cosas se suelen caer a menudo por problemas de agenda, viajes, problemas burocráticos o mil excusas más pero mi móvil vibró de nuevo, “Quedamos mañana a las 11, tomamos café y entramos, ¿sí?”. Sí.

Con el café en mano surgió la charla de los cuatro invitados en una cafetería pre-visita al Congreso. Lucía intentaba tranquilizarnos a Melo y a mi mientras que Jaume le daba vueltas a alguna posible pregunta que le gustaría plantear. Se acercó la hora y entramos por la puerta lateral del edificio del Congreso. “¿Habéis traído los DNI? Yo casi me lo dejo en casa” escuché. Efectivamente me lo dejé en casa aunque (y menos mal) no me pusieron inconveniente en entrar con el carnet de conducir.

Esperamos un par de minutos hasta que aparecieron Teresa y Tsun, que se presentaron como “miembros del equipo de Irene”. Subimos algunas plantas en ascensor y cruzamos un largo pasillo lleno de pegatinas moradas, carteles reivindicativos y algún mensaje en Euskera. Teresa tocó dos veces la puerta y tecleó una contraseña en el pomo. “Hola, ¿qué tal?” nos saludó Irene Montero, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados.

El grupo en su charla con Irene.

Iba con infinitas ganas de charlar sobre política, de preguntarles por qué no se ha hecho gobierno, si verdaderamente creen que han hecho todo lo posible por blindar las instituciones de la extrema (y radical) derecha, y si repetir elecciones es un fracaso… y sin embargo no se habló de nada de eso en la primera hora. Charlamos sobre comunicación digital, tanto ella como su equipo se interesaron por nuestras trayectorias en YouTube, nos preguntaron nuestra opinión por distintos creadores digitales y sobre las tendencias que creemos que llegarán en los próximos meses. Incluso hablando sobre el currículum de cada uno de nosotros tuve la oportunidad de presentarles el documental que produje en septiembre “Tradición o machismo: Un pueblo dividido. El Caso Jaizkibel” que está disponible en mi canal de Youtube.

Una hora después de haber entrado al despacho, lejos de dar fin al encuentro informal, la conversación dio un vuelco y tuvimos la oportunidad de charlar sobre los temas políticos que teníamos en mente, aclarar alguna duda y de mostrar disconformidad con alguno de los acontecimientos de los últimos meses. Podremos estar de acuerdo en infinidad de cosas o podremos discrepar en aún más asuntos pero siempre es un placer preguntar las cosas a la cara y, sobre todo, recibir respuestas sinceras y directas.

Pasó otra hora más cuando nos avisaron de que Irene llegaría tarde a una reunión y que nos tocaba ir terminando. “¡Ay! ¡No os hemos ofrecido café!” recordó la número dos del partido. A mi me gusta pensar que cuando llevas dos horas charlando con alguien sin haberte acordado de ofrecer agua o café es señal de que la visita ha sido del agrado de todas y todos, y eso tiene incluso más valor que el café recién hecho que puede ofrecerte alguien a quien admiras.

Así es como a la mañana siguiente,  al poco rato de despertarme, recibí en el móvil una notificación que me avisaba de que Irene Montero me había etiquetado en una foto y unos Stories de su cuenta de Instagram.

Entrevista a Ruth Lorenzo: «¿Si no censuran a un hombre por qué censuran a una mujer?»

Hablamos con la cantante de su opinión sobre el panorama musical actual y su lado más personal.

La artista Ruth Lorenzo

La conocemos como la chica que defendió a España en Eurovision 2014 con Dancing In The Rain, como la chica de la que Judi Dench se declaró públicamente fan tras participar en la edición británica de Factor X y quedar entre los 5 finalistas con unas audiencias de 11 millones de personas y como la aventurera que mandó su currículum a la NASA para ofrecer ser la primera persona en viajar a Marte.

PREGUNTA: Pero, ¿quién es Ruth Lorenzo?

RUTH: Si yo lo supiera… Ruth Lorenzo era una chavala de quince años con ganas de cantarle al mundo pero cuanto más mayor me hago más me doy cuenta de que no sé quién soy ahora. Sigo descubriéndome a mi misma cada día.

P: En ese descubrimiento diario si algo tienes claro es que ¿eres más artista o cantante?

R: ¡Artista! Porque la artista no deja de ser una artesana y yo soy artesana de lo que hago. Me gusta elaborar la minucia, ver todo al detalle y adentrarme en ello hasta sacarle todo el jugo que pueda tener. Crear un principio y conseguir un final.

P: Y como cantante, ¿te sientes más de Good Girls Don´t Lie o de Cucurrucucú?

R: Todos llevamos muchos colores dentro de nosotros y cada canción muestra uno de esos colores. Cucurrucucú soy yo en mi casa caminando por el pasillo y cantando sola.

P: ¿Y no es ese el momento más verdadero?

R: ¡Sí! Pero luego me meto a la ducha y lo doy todo con Good Girls Don´t Lie. Pero es verdad que muchas veces me encuentro cantando canciones que me producen nostalgia.

P: ¿Nostalgia sobre qué?

R: No te lo sé decir. Creo que es simplemente un sentimiento que siempre he tenido dentro y con el que me identifico. Yo me acuerdo que cuando me iba a ir a vivir a Estados Unidos e hicimos el viaje en coche desde Murcia al aeropuerto de Madrid escuchábamos a José Luis Perales, uno de mis artistas preferidos. Me acuerdo estar mirando por la ventana de atrás llorando como una descosida viendo las montañas de Murcia disiparse en el horizonte hasta que se convierten en parte del cielo y dejas de verlas. Ese tipo de nostalgia.

P: ¿Y ese momento qué canción tiene?

R: El Amor y Cuando Vuelvas de José Luis Perales. En Estados Unidos viví muchas cosas pero una de las que más me punzaron el corazón fue la nostalgia del pasado y la de los sueños del futuro. Cuando soñaba en llenar un estadio mientras reponía latas de ketchup en un almacén. Esa imagen tan dura es mi nostalgia.

P: ¿Entonces por qué cantaste Cucurrucucú en la última gira?

R: Es una canción que me llega al alma y con la que me identifico muchísimo porque la letra tiene nostalgia. “Dicen que por las noches, no más se le iba en puro llorar, dicen que no comía, no mas se le iba en puro tomar…”. Es una maravilla.

P: Convencido por dos amigos, una tarde de primavera terminé en la pista de uno de tus conciertos de la gira, y cuando cantaste Cucurrucucú no había pañuelos suficientes para socorrerme.

R: ¿Ves?, eso es nostalgia. No estamos locos cuando hablamos de sentimientos y conexiones. Lo que más me mueve es ese tipo de conexión y emoción. Por eso digo que a mi se me entiende cuando se me ve en directo. Soy el tipo de artista que por la tele puede parecer estúpida pero cuando vienes a verme cantar en directo soy cercana a mi arte. Me he manchado las manos creando mi música y solo sé exponerla de la misma manera.

Ruth para El Periódico

P: ¿Es posible sentir nostalgia por algo que no hemos vivido?

R: Totalmente.

P: ¿De qué época sientes nostalgia?

R: Yo me quedé en la época de 1950 a 1970. Me siento muy identificada con su música y con su grito a la libertad que no se tenía en esos momentos.

P: ¿Libertad personal o la de la mujer?

R: Libertad en cuanto a forma de expresión. Las canciones de Bob Dylan hablan de esa libertad que no se puede conseguir, de las guerras absurdas como fue la de Vietnam… Janis Joplin, Eric Clapton… Son letras muy reivindicativas y a mi me gustan esos movimientos que te llevan a una acción.

P: ¿Y qué reivindicas tú?

R: El amor al arte porque lo vivo en mis carnes. Un artista solo necesita hacer arte. Reivindico la pasión hacia la música y hacia lo que persevere en el tiempo. Somos tan volátiles y fugaces que no podemos permitirnos el lujo de hacer cosas que no perduren y por eso creo que la gran mayoría de la gente quiere tener hijos; para perdurar y dejar su huella. Para mí Loveaholic (mi álbum) es mi hijo.

P: Como artista que eres, ¿en la industria musical se te ha penalizado por ser mujer?

R: Pienso que sí. Lo digo y a lo mejor no me vuelven a coger el teléfono, pero ser mujer es una putada. Si eres mujer y tienes las cosas claras te tachan de engreída y prepotente, si explotas tu físico entonces eres una puta y si decides no pintarte ni subirte a unos tacones ya eres una marimacho…

P: ¿Las mujeres empoderadas molestan?

R: Sí. Algunos habrán tenido madres empoderadas y les habrán cogido manía. Hemos vivido una sociedad muy machista durante muchos años aún así agradezco haber nacido en un país como España y no en Arabia Saudí, pero aún nos queda mucho recorrido.

P: ¿Crees que se debe separar al artista de su creación?

R: ¿Por ejemplo?

P: ¿Me puede gustar una canción de Maluma sabiendo que él es machista?

R: Eso ya está en la cabeza de cada uno. Es difícil porque la moralidad es una linea muy fina. ¿Maluma ha salido a la calle y ha dicho “¡soy machista!” o simplemente sus canciones se interpretan como tal?

P: No creo que sea cosa de interpretar.

R: Si te tengo que ser 100% sincera no me sé ninguna canción de Maluma. A lo mejor eso es lo malo que tengo, que solo me centro en lo que me gusta. Pero si la letra habla de obscenidades y deja a la mujer en una situación degradante no me gustaría que mi sobrina de seis años escuchase esa música.

P: ¿Por qué Maluma puede cantar lo que quiera y a Becky G. se le censura una frase en una actuación de la televisión pública?

R: Es una gran putada.

P: ¿Que te censuren o tener la letra que tiene Becky G?

R: ¿Si no censuran a un hombre por qué censuran a una mujer?

P: Porque la mujer empoderada molesta.

R: Eso es. De todos modos tampoco quiero que mi sobrina de seis años escuche la letra de Becky G. Y no se trata de censura, se trata de que debería llevar un “+18”.

P: ¿Qué cantantes no van a estar nunca en tus listas de Spotify?

R: Nunca digas nunca, porque ya me ha pasado en varias ocasiones…

P: ¿Por ejemplo?

R: Yo dije que nunca iría a Eurovision y también dije que no me volvería a presentar a un programa musical después de hacer el casting para OT y de que me hubiesen dicho que no.

P: Hemos visto que no te gusta perder el tiempo… Acabas de componer una canción junto a otra artista.

R: He tenido la oportunidad de trabajar con Marina Jade. Fíjate que cuando yo vi OT creí que ella iba a ser una de las que más lejos llegaría en el programa pero se quedó por el camino como muchos compañeros. Tiene un talento enorme y me ha encantado componer con ella. Yo he aportado mis ingredientes y lo hemos cocinado juntas.

P: Y si tuvieses que definir la canción en una sola palabra, ¿cuál sería?

R: Joy.

Tras intercambiar media hora de conversación con ella podemos decir que ahora la conocemos más y que tenemos muchísimas ganas de escuchar la canción que ha compuesto junto a Marina Jade y de ver todo lo que tiene preparado para su futuro profesional.

No hay País para tanto influencer | Julen’s Stories

«Sin política ni deportes los redactores nos vamos a quedar pobres».

Las noticias, en agosto, a veces son por rellenar

Y mira que venía con ganas de hablar de asuntos más variados pero cuando a uno le hierve la sangre significa que toca nuevo Julen´s Stories; el primero de esta segunda temporada tras unas vacaciones entre sublimes y exquisitas. Prometo que el siguiente artículo será sobre alguno de los temas que me propongáis en los comentarios de este mismo artículo o en Twitter. 

He invertido mi agosto en disfrutar de los veintipocos grados de temperatura de Donosti junto a mi familia y amigos. He ido a la playa poco pero he ido. Y más de noche que de día pero lo que cuenta es la intención. Y aunque haya intentado hacer la vista gorda varias veces ha habido un tema recurrente en medios digitales que tuve que apuntar en mi agenda para que fuese mi primer post de esta segunda temporada que empieza en septiembre.

Que “los influencers” (yo prefiero que se les llame creadores de contenido online) no son del agrado de todos es algo ya sabido. Old news, move on. Pero mientras que los chiringuitos hacen su agosto en agosto (de ahí viene la expresión), los redactores de los medios de comunicación se quedan de brazos cruzados con el Word (o Pages) abierto sin saber sobre qué escribir. “Sin tele y sin cerveza Homer pierde la cabeza” en versión periodística en agosto y con menos gracia sería algo así como “Sin política ni deportes los redactores nos vamos a quedar pobres”. Supongo que esa es la razón de que este haya visto más influencers en prensa que en la playa. 

Todo empezó con lo de “Los influencers llegan a la universidad” (visto en El País), el polémico curso que terminó siendo Trending Topic en todos los rincones de Twitter. “En breve habrá un curso de gilipoller” respondían varios miles de usuarios sin haberse leído ni el artículo ni haberse molestado en buscar el propio curso en Google para después darse cuenta de que era un curso (ni grado, ni master, simplemente un curso) adaptado a gente que trabaja en agencias de comunicación para ampliar conocimientos de moda, optimización de rrss, gestión de analytics y organización de eventos, que se imparte en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. A esos miles de usuarios también se sumaron otros influencers como La Vecina Rubia, archiconocida por robar chistes: “ser influencer no es una profesión” decía la influencer. Será que ella también prefiere el término de “creador de contenido digital” – bien que hace – y por eso no se identifica con una de esas influencers que escribe twits y hace campañas con fabricantes de móviles. Será eso. Pero, sí, ser creador de contenido sí es un oficio.

A finales de agosto llegaba otro catastrófico titular aunque sin ningún Trending Topic que lo acompañase. “Peligros de fichar a un Influencer” decía el artículo de El País. Como ya conté en mi anterior Julen´s Stories intento no leer artículos sobre influencers pero en agosto se me ha dado regular, tirando a mal. “Las trampas en la red y la escasa regulación hacen arriesgada esta herramienta de marketing” dice el artículo. Y la verdad es que escuece cuando intentando hacer el mejor trabajo posible viene un artículo de El País a echarte esta jarra de agua fría. Dice el artículo que el 95% de empresas del estado seguirán apostando por esta forma de marketing y mientras tanto, a la par, el grupo Prisa (propietarios de El País) lanza Influtop, una plataforma para poner en contacto a Influencers con clientes. Será que quizá tan peligroso no es trabajar con creadores de contenido online y que ellos también quieren su trozo de la tarta. O quizá sea simplemente desconocimiento sobre el tema; y, en ese caso, aprovecho para extender mi mano (siempre en son de paz) a El País y ofrecer la poca sabiduría que poseo al respecto y el teclado de mi portátil para cocinar futuros artículos y, quién sabe, proyectos.

Y mira que venía con ganas de hablar de asuntos más variados pero cuando a uno le hierve la sangre significa que toca ponerse a escribir.

«El tonto del pueblo de antes no es el influencer de ahora.» Carta a Javier Molina | Julen’s Stories

Estimado señor Molina, qué cosas estarían pasando por su cabeza en aquel momento para escribir semejante texto.

 

🙂 | Foto de Adam Jang

Normalmente suelo pasar de los artículos sobre influencers. No me gusta leerlos porque siempre hablan de nosotros como si fuésemos entre el demonio y el más tonto del pueblo (y porque siempre los hacen extremadamente aburridos). Y hablando de tontos… ayer apareció en mi feed de Twitter un artículo de opinión de Javier Molina en El Confidencial. Y lo de tonto no es porque considere que él lo sea sino por el titular que utilizó para coronar su opinión: Cómo el tonto del pueblo de antes es el influencer de ahora.

Estimado señor Molina, qué cosas estarían pasando por su cabeza en aquel momento para escribir semejante texto. No es que no tenga ni pies ni cabeza (mis textos tampoco los tienen y aquí seguimos), sino que hablar de esa manera sobre un colectivo es un sinsentido. La única evidencia en la que se basa usted para llegar a esta conclusión tan poco acertada es que la pareja de las hipotecas fijas ha acumulado más de 4 millones de visitas en su polémico vídeo.

Si me guío por lo que dice su página de LinkedIn usted y yo tenemos el mismo nivel de formación. Solo que cuando usted empezó en la universidad yo aún no había nacido. Yo me gano la vida creando contenido digital en mis propios medios (uno de esos influencers autónomos) y usted se la gana, según LinkedIn, dedicándose en su propia empresa a la consulta y asesoramiento empresarial.

Señor Molina, usted y yo no somos tan distintos. Tenemos el privilegio de poder haber emprendido en ámbitos que nos apasionan y nos ganamos la vida con ello. Y eso es lo contrario a ser el más tonto del pueblo. Y si algo me han enseñado en la carrera de periodismo es que hay que demostrar lo que se dice con pruebas válidas y que no hay que generalizar en ningún caso.

El tonto del pueblo de antes no es el influencer de ahora. Habrá algún creador de contenido digital que no nos caiga en gracia y hay los que tienen menos discurso que un Vine, pero no lo son todos. Deje usted de manchar la imagen de los que nos dedicamos a internet. La gran mayoría de nosotros intentamos evitar esa palabra por la connotación negativa que le ha dado algún sector retrógrado de la prensa que aún en 2018 no entiende a qué nos dedicamos o que se niega a aceptar que sus cifras son inferiores de las de algún creador digital. Y dejen ustedes de ser clasistas y de pensar que un mensaje transmitido en texto es más valioso que uno que se transmite en formato audiovisual alojado en una plataforma de vídeos online. Porque eso es ser clasista y rancio. Que consumamos Youtube no significa que seamos analfabetos de las letras. Si piensa que en Youtube solo hay vídeos de gatos y como los de la hipoteca fija es que quizá sea usted el que use la plataforma para eso.

Si acepta recomendaciones visite el canal de VisualPolitik para aprender, por ejemplo, que aunque hace 35 años España y Singapur tuviesen la misma renta per cápita, a día de hoy la ciudad-estado duplica a la de la española y que en estos momentos tienen el mejor sistema sanitario del mundo costando prácticamente la mitad del español. ¿Cómo es posible? Tiene usted la respuesta a un click en Youtube.

O dele usted una oportunidad a Jaime Altozano para aprender, por ejemplo, que en El Señor de los Anillos la escala de la banda sonora que acompaña a la historia de los Hobbits es una escala mayor y que es una armonía funcional muy común en occidente desde la época de Mozart o Beethoven. Es la armonía que nos acompaña con casi todas las canciones que suenan en la radio porque es con la que más cómodos nos sentimos los occidentales y por esa misma razón La Comarca nos suena a casa y a zona de confort. Este vídeo en concreto del canal de Jaime Altozano acumula más de un millón de reproducciones y en dos años su canal ha obtenido 22 millones de visitas. O visite el canal de Ter para aprender sobre la innovadora estructura del Wanda Metropolitano o sobre la iconografía religiosa de la MET gala inspiradas desde Bizancio hasta las procesiones del siglo XX.

Estimado Señor Molina, deles usted una oportunidad porque seguro que disfrutará. Y si lo hace, mándenos usted una señal por alguna vía que no sea un nuevo artículo porque normalmente suelo pasar de los artículos sobre influencers.

¿Cuánto dinero tengo en el banco? | Julen’s Stories

La pregunta del millón, literalmente.

 

¿Cuánto dinero tengo?

Me siento cómodo con lo que tengo en el banco. No es ni mucho ni poco. Es justo lo que me merezco a cambio del trabajo de dos años y medio. Pero no tengo pensado revelarlo.

Eso sí, buscando información para escribir este artículo me he encontrado con que son muchas las webs que han hablado del programa de El Hormiguero donde David Broncano (La Resistencia, Movistar+) confesaba a Pablo Motos tener más de 500.000€ en el banco. Momento histórico.

Hace unas semanas leía en Twitter un hilo que decía que en los países latinos el dinero es un tema tabú y que muy rara vez se habla de sueldos. Y va a ser que es verdad. Nos da cierto pánico hablar de lo que tenemos en el banco.

La primera vez que vi a Broncano preguntar por dinero a un entrevistado me llevé las manos a la cabeza. Es una pregunta que se ha hecho mucho a youtubers y siempre se ha demonizado al periodista en cuestión por atreverse con semejante estupidez porque hasta ahora lo único que se buscaba con eso era echar leña a eso de “los youtubers viven del cuento”. A la pregunta de Broncano, por ejemplo, Javier Coronas respondía con una retahíla de “a ti qué cojones te importa” o “la estás cagando, tío”. Así que veo que no soy el único que se incomoda (o incomodaba) con cierto tema tabú.

David Broncano en El Hormiguero

Si tienes poco “eres un pringado porque no te haces valer en el trabajo” y si tienes mucho te conviertes en “odiado” por pura envidia. Así que sea como sea, si desvelas tu cuenta corriente, vas a quedar mal.

Para mi sorpresa, mucha de la gente que ha pasado por La Resistencia ha respondido: Berto Romero tiene más de 50.000€ en el banco. C. Tangana 40.000€. Una de mis grandes favoritas, Ingrid García Jonsson 10.000€. Amarna Miller 15.000€. Angy Fernandez un poco más de 12.000€. Y la persona que se corona como Sugardaddy oficial es Antonio Resines con más de 10 millones de euros. Y para mi sorpresa la pregunta iba con respeto y cierta admiración por los propios entrevistados.

Desde 2016 (que es cuando me hice autónomo y empecé a mover facturas) me han hecho la pregunta 3 veces contadas. Pero es que tampoco es que me hayan entrevistado muchas más veces así que el porcentaje termina saliendo bastante alto. Y estoy seguro de que de haber respondido a la gran incógnita se hubiese usado el dato en mi contra por puro morbo.

Si aún no ha quedado claro, trabajo subiendo contenido audiovisual a mis cuentas y cediendo mi imagen en determinados sitios, sí, eso es trabajo y sí, cobro por mi trabajo. Iba a continuar con un par de frases donde compartía parte de mi curriculum para justificar los cobros y me he dado cuenta de que era mi manera de excusarme por ganar mi sueldo, aunque me temo que por lo menos hoy no seré yo quien responda a la gran pregunta. Si me lo preguntara Broncano ya sería otra cosa.

A la que sí se lo contaba todo era a mi abuela. Que tampoco es que entendiese del todo a lo que me dedico pero se alegraba con cada nuevo trabajo que me entraba. Eso sí, a espaldas de mi madre de vez en cuando me daba una “pequeña ayuda para ir a tomar un bocadillo” con mis amigos. Que de “pequeña ayuda” tenía bastante poco porque eso daba para invitar a cenar a dos o tres. Y al que mantengo informado, sin especificar cifras porque no me las pregunta, es a mi abuelo que de vez en cuando colabora con un paquete de magdalenas para que comparta con mis compañeros de piso. No nos merecemos a nuestras abuelas y abuelos.

Diferencio mucho la vida online y offline, y tengo muchísimo más cuidado con lo que digo cuando estoy conectado que cuando estoy entre amigos o familia. Quizá por el miedo a que lo que diga se quede grabado para la eternidad. O quizá es porque nunca me lo han preguntado con respeto ni admiración. Pero me siento cómodo con lo que tengo en el banco. Porque es justo lo que me merezco.

El fútbol me duele | Julen’s Stories

Aunque lo de 22 personas corriendo detrás de una cosa redonda me parece correcto.

 

Estos días se disputa el Mundial de fútbol.

El fútbol no me disgusta. Lo de 22 personas corriendo detrás de una cosa redonda me parece correcto. Yo lo practiqué hasta los 17 y tuve 3 entrenadores con los que aprendí y disfruté mucho (y eso en mi tiene mucho mérito). Gracias Álvaro, Mikel y Tito, y gracias a mis padres (mis entrenadores de vida) por enseñarme que el resultado es lo último. Pero con los años he ido aprendiendo que muchísimas cosas que he visto (y desgraciadamente hecho) están mal. Tan mal que si dependiese de mi hubiese suspendido partidos, multado aficiones, expulsado seguidores y prohibido emitir esos partidos en televisión. Eso para empezar. 

Acabo de preguntar a mi padre la edad en la que empezamos a ir al campo de fútbol de Anoeta, en Donostia, a ver a la Real Sociedad de fútbol. Dice que cuando yo tenía entre 6 y 8 años. Todos mis amigos coleccionaban cromos de la liga y se sabían absolutamente todos los nombres y puestos de memoria porque los niños son esponjas que se dedican a absorber información a jornada completa. 

Esos mismos niños éramos los que cuando venía el Real Madrid a Anoeta veíamos y escuchábamos a más de 15.000 personas corear “Guti, Guti, Guti maricón” o en ocasiones más especiales “Guti, cabrón, hijo de puta, maricón”. No tengo ni idea de quién es Guti, el número de su camiseta, el puesto en el que jugaba o ni siquiera si sigue en activo y aún menos su vida sexual. Pero 15.000 personas me enseñaron cada fin de semana que insultar al contrincante está bien y que al parecer no hay nada peor que ser maricón. Imagínate si apetece salir del armario en ese ambiente. Y si resultaba que el tono de piel del futbolista en cuestión era más oscura que la de Guti el cántico cambiaba a “puto mono vuelve a tu país” y un largo etcétera.

Cuando vives esas situaciones en primera persona aprendes que los valores que te han enseñado hasta el momento hay que desecharlos porque claramente eres minoría. Eso de ser buena persona, respetar a los demás, a que lo importante es pasárselo bien… es todo mentira. Y que el lunes a la hora del recreo toca imitar todo lo que has aprendido en el estadio: las chicas no tienen voz ni voto, solo mereces respeto si tu piel es tan clara como la mía, no sabemos qué significa maricón pero claramente es algo horrible así que no lo seas, solo juegan los buenos porque a toda costa solo importan las victorias… Y por esa regla de tres unos pocos años más tarde yo estaba desconvocado en dos de cada tres partidos y en el afortunado caso de estar convocado terminaba jugando los últimos 15 minutos en un puesto que no molestase demasiado. Así hasta los 17 cuando te hartas de tanta tontería y terminas cambiándolo por partidos de tenis los lunes y miércoles con tu padre porque en el instituto no existían más extraescolares que el deporte rey. Otro rey (en miniatura) que tampoco me representa. 

A mi personalmente me molesta y me cabrea ver año tras año en la prensa al Ministro de Economía amenazar a los pequeños autónomos que trabajamos creando contenido en internet como si de sanguijuelas se tratase mientras que por detrás de las cortinas sonríen a quienes roban millones y más millones. ¿Te imaginas que solo sancionan a futbolistas ladrones cuando la prensa filtra esa noticia y se ven acorralados? ¿Te imaginas que es el propio Gobierno el primero en beneficiarse de la gran cortina de humo que supone el fútbol? ¿Y que es el propio gobierno el que perdona a esos ídolos de masas para que sigan jugando y haciendo más y más teatro en los estadios? ¿Sabes quién dijo Pan y Circo? 

Dirán lo que quieran porque ellos son el poder y aquí se viene a hacer caja pero ningún otro evento suscita más la violencia que los propios partidos de fútbol. Contenedores quemados, sillas de las terrazas volando, cristales rotos, coches destrozados, alguna nariz rota y sobre todo miedo en el barrio. Y eso cada semana. Y sin urnas ni lazos amarillos. Pero abanderados con camisetas de fútbol. 

Y duele porque lo de 22 personas corriendo detrás de una cosa redonda me parece correcto. Y en su día, de alguna manera, yo lo llegué a disfrutar.

La crisis de los 30 (pero teniendo 26) | Julen’s Stories

Un chico por Instagram me propuso ser su Sugar Daddy.

 

Tampoco he cambiado tanto.

En realidad la crisis de los 30 empieza a los 26 y nadie me lo había contado. Desde siempre he sido uno de esos viejóvenes (pero con orgullo). Yo en vez de salir de fiesta veía Doctor Mateo con mi madre, iba al cine con mi padre a ver Avatar y similares, no bebí cerveza hasta los 21 y escuchaba a Enya en vez de reggaeton. (Buscad la playlist Árbol Místico en Spotify y sed yo).

Resulta que mi madre rompió aguas encima del ginecólogo en una revisión. Literalmente. Encima. Desconozco si el estimado doctor ha vuelto a usar de nuevo los zapatos que llevaba aquel día o si terminaron en el contenedor. Me adelanté un mes poniéndome la medalla de ochomesino, cosa que en parte me da rabia pero no tanto. Tiene algo exótico nacer en verano pero, cuando cumples años en esa época, tienes una alta probabilidad de que la mitad de tus amigos no se acuerden de que es tu día y de que la otra mitad estén de vacaciones en Tailandia.

Nacer el 18 de junio significa que para esa época ya has terminado los exámenes, que hace buen tiempo para ser bendecido con unos tintos de verano en alguna terraza con sombra y que la declaración de la renta te sale a devolver porque has ganado menos de lo que te imaginabas. Así que con lo que te devuelven, invitas a la ronda de la terraza “¡A ésta invita Hacienda!”.

A las 23:59 eres joven y a las 00:00 te meten en el mismo saco que los de 35. Lo más duro ha sido ver que te quitan el abono transporte en cuanto cumples 26 y te toca pagar como si tuvieses sueldo de ministro. En realidad nunca llegué a pedir el abono transporte porque me suponía más esfuerzo que beneficio pero por lo menos podía pedirla. Ahora ya ni eso. Y yo porque he envejecido muy pronto y mi banco me dio una Visa de Autónomo hace meses, jubilando mi tarjeta “Joven26”, porque me hubiesen quitado esa también.

Pero lo peor de lo peor no es eso. Yo cuando tenía 19 años me agachaba a recoger una moneda y me salían abdominales nuevos como si de champiñones se tratase, y ahora cada vez que salgo de la ducha me miro en el espejo y pienso “qué lástima”.

Y algo que no superaré nunca es que una octogenaria con su nieto de la mano me llamase señor. No recuero el día ni el lugar, solo recuerdo que era un ascensor y que yo también iba acompañado. Se abrieron las puertas al llegar a nuestro destino y escuché: “Deja primero que salga el señor”. Casi, casi deseé que las puertas del ascensor pillasen a la señora y la cortasen por la mitad, pero en vez de eso le sonreí amablemente, porque uno no tiene maldad y la señora tenía pinta de ser una de esas abuelas divertidas que van a clases de magia los miércoles de 7 a 9 para luego dejar boquiabiertos al nieto.

Y la guinda del pastel se la lleva el mensaje de un chico por Instagram proponiéndome ser su sugar daddy. Llega a ver mi declaración de la renta y en vez decirme eso me hace una donación. Estoy seguro. Al igual que estoy seguro de que los 40 son los nuevos 30 y de que en realidad la crisis de los 30 empieza a los 26.

Prometo que (sí) os defraudaré | Julen’s Stories