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¿Cuánto dinero tengo en el banco? | Julen’s Stories

La pregunta del millón, literalmente.

 

¿Cuánto dinero tengo?

Me siento cómodo con lo que tengo en el banco. No es ni mucho ni poco. Es justo lo que me merezco a cambio del trabajo de dos años y medio. Pero no tengo pensado revelarlo.

Eso sí, buscando información para escribir este artículo me he encontrado con que son muchas las webs que han hablado del programa de El Hormiguero donde David Broncano (La Resistencia, Movistar+) confesaba a Pablo Motos tener más de 500.000€ en el banco. Momento histórico.

Hace unas semanas leía en Twitter un hilo que decía que en los países latinos el dinero es un tema tabú y que muy rara vez se habla de sueldos. Y va a ser que es verdad. Nos da cierto pánico hablar de lo que tenemos en el banco.

La primera vez que vi a Broncano preguntar por dinero a un entrevistado me llevé las manos a la cabeza. Es una pregunta que se ha hecho mucho a youtubers y siempre se ha demonizado al periodista en cuestión por atreverse con semejante estupidez porque hasta ahora lo único que se buscaba con eso era echar leña a eso de “los youtubers viven del cuento”. A la pregunta de Broncano, por ejemplo, Javier Coronas respondía con una retahíla de “a ti qué cojones te importa” o “la estás cagando, tío”. Así que veo que no soy el único que se incomoda (o incomodaba) con cierto tema tabú.

David Broncano en El Hormiguero

Si tienes poco “eres un pringado porque no te haces valer en el trabajo” y si tienes mucho te conviertes en “odiado” por pura envidia. Así que sea como sea, si desvelas tu cuenta corriente, vas a quedar mal.

Para mi sorpresa, mucha de la gente que ha pasado por La Resistencia ha respondido: Berto Romero tiene más de 50.000€ en el banco. C. Tangana 40.000€. Una de mis grandes favoritas, Ingrid García Jonsson 10.000€. Amarna Miller 15.000€. Angy Fernandez un poco más de 12.000€. Y la persona que se corona como Sugardaddy oficial es Antonio Resines con más de 10 millones de euros. Y para mi sorpresa la pregunta iba con respeto y cierta admiración por los propios entrevistados.

Desde 2016 (que es cuando me hice autónomo y empecé a mover facturas) me han hecho la pregunta 3 veces contadas. Pero es que tampoco es que me hayan entrevistado muchas más veces así que el porcentaje termina saliendo bastante alto. Y estoy seguro de que de haber respondido a la gran incógnita se hubiese usado el dato en mi contra por puro morbo.

Si aún no ha quedado claro, trabajo subiendo contenido audiovisual a mis cuentas y cediendo mi imagen en determinados sitios, sí, eso es trabajo y sí, cobro por mi trabajo. Iba a continuar con un par de frases donde compartía parte de mi curriculum para justificar los cobros y me he dado cuenta de que era mi manera de excusarme por ganar mi sueldo, aunque me temo que por lo menos hoy no seré yo quien responda a la gran pregunta. Si me lo preguntara Broncano ya sería otra cosa.

A la que sí se lo contaba todo era a mi abuela. Que tampoco es que entendiese del todo a lo que me dedico pero se alegraba con cada nuevo trabajo que me entraba. Eso sí, a espaldas de mi madre de vez en cuando me daba una “pequeña ayuda para ir a tomar un bocadillo” con mis amigos. Que de “pequeña ayuda” tenía bastante poco porque eso daba para invitar a cenar a dos o tres. Y al que mantengo informado, sin especificar cifras porque no me las pregunta, es a mi abuelo que de vez en cuando colabora con un paquete de magdalenas para que comparta con mis compañeros de piso. No nos merecemos a nuestras abuelas y abuelos.

Diferencio mucho la vida online y offline, y tengo muchísimo más cuidado con lo que digo cuando estoy conectado que cuando estoy entre amigos o familia. Quizá por el miedo a que lo que diga se quede grabado para la eternidad. O quizá es porque nunca me lo han preguntado con respeto ni admiración. Pero me siento cómodo con lo que tengo en el banco. Porque es justo lo que me merezco.

El fútbol me duele | Julen’s Stories

Aunque lo de 22 personas corriendo detrás de una cosa redonda me parece correcto.

 

Estos días se disputa el Mundial de fútbol.

El fútbol no me disgusta. Lo de 22 personas corriendo detrás de una cosa redonda me parece correcto. Yo lo practiqué hasta los 17 y tuve 3 entrenadores con los que aprendí y disfruté mucho (y eso en mi tiene mucho mérito). Gracias Álvaro, Mikel y Tito, y gracias a mis padres (mis entrenadores de vida) por enseñarme que el resultado es lo último. Pero con los años he ido aprendiendo que muchísimas cosas que he visto (y desgraciadamente hecho) están mal. Tan mal que si dependiese de mi hubiese suspendido partidos, multado aficiones, expulsado seguidores y prohibido emitir esos partidos en televisión. Eso para empezar. 

Acabo de preguntar a mi padre la edad en la que empezamos a ir al campo de fútbol de Anoeta, en Donostia, a ver a la Real Sociedad de fútbol. Dice que cuando yo tenía entre 6 y 8 años. Todos mis amigos coleccionaban cromos de la liga y se sabían absolutamente todos los nombres y puestos de memoria porque los niños son esponjas que se dedican a absorber información a jornada completa. 

Esos mismos niños éramos los que cuando venía el Real Madrid a Anoeta veíamos y escuchábamos a más de 15.000 personas corear “Guti, Guti, Guti maricón” o en ocasiones más especiales “Guti, cabrón, hijo de puta, maricón”. No tengo ni idea de quién es Guti, el número de su camiseta, el puesto en el que jugaba o ni siquiera si sigue en activo y aún menos su vida sexual. Pero 15.000 personas me enseñaron cada fin de semana que insultar al contrincante está bien y que al parecer no hay nada peor que ser maricón. Imagínate si apetece salir del armario en ese ambiente. Y si resultaba que el tono de piel del futbolista en cuestión era más oscura que la de Guti el cántico cambiaba a “puto mono vuelve a tu país” y un largo etcétera.

Cuando vives esas situaciones en primera persona aprendes que los valores que te han enseñado hasta el momento hay que desecharlos porque claramente eres minoría. Eso de ser buena persona, respetar a los demás, a que lo importante es pasárselo bien… es todo mentira. Y que el lunes a la hora del recreo toca imitar todo lo que has aprendido en el estadio: las chicas no tienen voz ni voto, solo mereces respeto si tu piel es tan clara como la mía, no sabemos qué significa maricón pero claramente es algo horrible así que no lo seas, solo juegan los buenos porque a toda costa solo importan las victorias… Y por esa regla de tres unos pocos años más tarde yo estaba desconvocado en dos de cada tres partidos y en el afortunado caso de estar convocado terminaba jugando los últimos 15 minutos en un puesto que no molestase demasiado. Así hasta los 17 cuando te hartas de tanta tontería y terminas cambiándolo por partidos de tenis los lunes y miércoles con tu padre porque en el instituto no existían más extraescolares que el deporte rey. Otro rey (en miniatura) que tampoco me representa. 

A mi personalmente me molesta y me cabrea ver año tras año en la prensa al Ministro de Economía amenazar a los pequeños autónomos que trabajamos creando contenido en internet como si de sanguijuelas se tratase mientras que por detrás de las cortinas sonríen a quienes roban millones y más millones. ¿Te imaginas que solo sancionan a futbolistas ladrones cuando la prensa filtra esa noticia y se ven acorralados? ¿Te imaginas que es el propio Gobierno el primero en beneficiarse de la gran cortina de humo que supone el fútbol? ¿Y que es el propio gobierno el que perdona a esos ídolos de masas para que sigan jugando y haciendo más y más teatro en los estadios? ¿Sabes quién dijo Pan y Circo? 

Dirán lo que quieran porque ellos son el poder y aquí se viene a hacer caja pero ningún otro evento suscita más la violencia que los propios partidos de fútbol. Contenedores quemados, sillas de las terrazas volando, cristales rotos, coches destrozados, alguna nariz rota y sobre todo miedo en el barrio. Y eso cada semana. Y sin urnas ni lazos amarillos. Pero abanderados con camisetas de fútbol. 

Y duele porque lo de 22 personas corriendo detrás de una cosa redonda me parece correcto. Y en su día, de alguna manera, yo lo llegué a disfrutar.

Influencers y la II Guerra Mundial | Julen’s Stories

Os dije que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo con esta columna y parece que me he propuesto demostrarlo con los siguientes párrafos.

Nunca he sido popular y, por tanto, la influencia que haya podido ejercer hacia los demás ha sido bastante limitada. Digamos que nula. Aunque he de decir que he tenido la suerte de haber nacido con “cara de bueno” como dice mi madre y eso sí que ha ido acompañado de alguna ventaja. Vamos, que me sé vender bien. Pero eso es otro tema. 

Sin embargo ahora me encuentro con que en la prensa, y por lo tanto en la calle, recurrentemente a la gente que producimos contenido digital se nos llama influencers. 

Os dije que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo con esta columna y parece que me he propuesto demostrarlo con los siguientes párrafos.

Matt Damon y Tom Hanks en «Saving Private Ryan», 1998

El seis de junio se cumplieron 74 años de aquel Día D de 1944. Francia estaba invadida por los alemanes con Adolf Hitler al mando del Eje, “la victoria más famosa de la historia” dijo él al llegar a la capital francesa. Los Aliados, en su afán de recuperar el terreno que ahora pertenecía a Hitler, dar un paso adelante y caminar hacia la victoria de la Segunda Guerra Mundial, planearon el Desembarco de Normandía para aquel Día D. Consistía en una movilización masiva donde más de 160.000 soldados repartidos en 5.000 barcos y 1.200 aeronaves se trasladarían del Reino Unido hasta la costa francesa de Normandía para liberar a la Europa occidental del enemigo.

Fue el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial. El 25 de abril del año 1945 las tropas soviéticas y estadounidenses se encontraron en Alemania por primera vez tras meses de avance por extremos opuestos. Cinco días más tarde Adolf Hitler se suicidó en su búnker para evitar ser capturado por las tropas soviéticas. La Alemania Nazi firmó la rendición a las 22:43 del 8 de mayo, 00:43 del 9 de mayo hora de Moscú. 

He intentado resumir (con dudoso éxito) miles y miles de páginas de historia en 2 párrafos para poder hacer una pregunta. ¿Quién ganó la Segunda Guerra Mundial? Los aliados. Sí. ¿Pero quién?

Se formuló esa misma pregunta en Francia en 2015 y más de la mitad de los encuestados aseguró que Estados Unidos fue la ganadora. Sin embargo cuando se hizo la pregunta nada más terminar la guerra en 1945 el 57% dijo que fue la Unión Soviética la ganadora. 

En un interesantísimo artículo en la web de El Orden Mundial (esa página a la que hubiese echado mi curriculum si no fuese Youtuber) Fernando Arancón explica cómo Estados Unidos puso en marcha la maquinaria del cine para producir historias en las que el peso de la victoria recayese en la Great America. Y les fue tan bien que a día de hoy casi toda la población (incluidos tú y yo) piensa que así fue. Arancón dice que la percepción que se vive a través de las pantallas aún dista mucho de la realidad histórica vivida. Advertencia que sirve tanto para las masas que iban de camino al cine en los locos años 60 como para las masas que esperan con ansia un like en los (también locos) años 2018. La historia la escribe el vencedor, o en su defecto el que tenga más followers, hubiese dicho Churchill si aún viviese. 

Si me permitís un par de consejos (que me sirven también a mi porque de vez en cuando lo olvido); la información es poder y se comercializa con ella. Siempre habrá interesados en que nos llegue una información y habrá interesados en esconder otra información. Aprendamos a dudar, comparar y valorar. Ya lo dijo Crystal Fighters en una de sus canciones: I try not to believe everything I hear, everything I see.

Nunca he sido popular y digamos que mi influencia es bastante limitada (casi nula) y sin embargo aquí estoy yo intentando dar consejos. Sigo sin tener ni idea de lo que estoy haciendo con esta columna y se me ha dado bien demostrarlo. 

Prometo que (sí) os defraudaré | Julen’s Stories